Hay frases que
se repiten generación tras generación, que todos hemos escuchado alguna vez.
Nos marcaron, para bien o para mal. Nos convirtieron en las personas que somos.
Veamos cuales son.
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Puedes hacerlo mejor. Es necesario que nos corrijan para
que mejoremos. Y también para que nos atrevamos a intentarlo y confiemos en
nuestras capacidades.
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Nunca haces nada bien. Es la variante negativa a la
anterior. Destruye la autoestima y no ayuda a crecer. Corregir, sí. Menospreciar,
jamás.
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Qué bien lo has hecho. Un reconocimiento, un elogio, son
el mejor premio para el esfuerzo y el trabajo bien hecho.
•
¡Pero cuánto te quiero! El cariño
incondicional es necesario para sentirnos seguros y apoyados. Su ausencia total
causa importantes trastornos.
•
Pues ahora no te quiero. No hay peor
chantaje emocional para un niño. Lo peor es que se lo cree, y que hará
cualquier cosa con tal de no perder algo tan valioso como el cariño de los
padres. Se debe educar sin caer en la manipulación emocional.
•
¡Ya te lo hago yo! Las personas deben intentarlo,
equivocarse, caer y levantarse ellas solas. Si siempre me lo solucionan todo,
no aprenderé.
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A mi hijo no le faltará nada. La vida real
está llena de pequeñas frustraciones, de carencias. Algunos padres, que
vivieron situaciones precarias, pretenden colmar a sus hijos de todos los
caprichos que les pidan. Con ello, no les están enseñando a manejar la
frustración ni a acostumbrarse a que también existe el “no”.
•
Pide permiso para levantarte. Los
convencionalismos sociales se aprenden. Después, de mayores, ya decidiremos
cuáles seguimos y cuáles no. Me he encontrado con personas que recibieron una
educación tan anti-convencional que de adultos no saben manejarse en
situaciones sociales como por ejemplo una comida formal o un funeral.
•
¡Cuidado! No me refiero aquí al grito de advertencia ante un
peligro inminente. Me refiero a esos padres que están continuamente diciendo
“cuidado” por todo, sin más explicación. El niño, no sabrá dónde está el peligro,
y puede volverse ansioso y temeroso de todo, o, por el contrario,
despreocuparse totalmente.
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