Las claves de la autoestima: qué es y cómo se forma


La autoestima es el concepto, la imagen, aquello que pensamos y decimos de nosotros mismos. Se va formando desde la infancia y tiene mucho que ver con lo que nos han dicho de pequeños y los mensajes que nos vamos diciendo a nosotros mismos de mayores.

“De pequeño/a me comparaban”: Un hecho muy frecuente en la educación de las personas son las comparaciones. La forma de educar a los niños ha ido mejorando, pero aún hay padres y educadores que creen que si comparan al niño o niña con otro, fomentaran su competencia y “el espíritu de superación”: “Tu hermano es más rápido que tú”, “tu hermana es más estudiosa/educada/señorita”, etc. “siempre eres el último en terminar las cosas”, etc. Este tipo de comparaciones, lejos de ayudar, hacen que el niño o niña se sienta inferior, más negado, lento, feo, patoso, etc. que los demás. Ataca directamente a la autoestima del pequeño, al concepto que tiene de sí mismo.

Es curioso, que en general a los niños se les hacían más comentarios relativos a su forma física y habilidades para los deportes (eres lento, patoso, qué poca habilidad...) y a las niñas en relación a su cuerpo (fea, demasiado delgada, gorda o culo grande). En cuanto a las capacidades intelectuales, la valoración solía ir ligada a las notas, no tanto al esfuerzo que hacía la criatura o a potenciar las habilidades personales: “eres bueno en ciencias naturales”, o “qué bien dibujas”.

“Qué me digo a mí mismo”: Fueran cuales fueran los mensajes que recibimos de pequeños, hemos crecido, y nuestra infancia hace tiempo que terminó, pero, de alguna forma, tenemos dentro un “chip” que de manera automática e inconsciente, nos sigue repitiendo una y otra vez las cantinelas que nos decían de pequeños. Lo primero que debemos hacer es tomar consciencia de cómo nos machacamos a nosotros mismos. Lo segundo es DEJAR DE HACERLO. Por más que los demás nos ataquen, generalmente el peor enemigo está dentro de nosotros mismos.

Las generalizaciones. Siempre, nunca, todo el mundo, nadie... son palabras a evitar en nuestro lenguaje, especialmente cuando se trata de calificarnos a nosotros mismos. Fijémonos en la diferencia entre decir: “hoy no me ha ido demasiado bien el examen” y “siempre lo hago fatal” o bien “esta vez no me ha salido muy bien” y “nunca lo conseguiré”. O por ejemplo, “estoy solo este fin de semana” y “nadie se preocupa de mi”. La tendencia a generalizar es uno de los puntos importantes de la neurolingüística. Cuando hablamos o pensamos, estamos alimentando nuestro cerebro. Hemos de ser conscientes de ello y darle informaciones correctas y proporcionales a lo que ha pasado ahora, hoy. Evitar el “siempre” y el “nunca”, que nos victimizan y minan nuestra autoestima.

En el próximo artículo, los trucos para aumentar nuestra autoestima.



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