¿Cómo se transmiten los valores?: 8 pasos

Los padres, la familia, son nuestros referentes culturales: nos transmiten una parte “protectora” (nos cuidan, nos dan permiso, nos consuelan) y una parte crítica (ponen límites, dan órdenes, prohíben y corrigen).



Pero, ¿de qué manera nos lo enseñan?

·         De manera verbal: la más simple de todas: “esto no lo hagas más”, “esto está bien”, etc.”
·         Con la valoración que los padres hacen de cosas que pasan a nuestro alrededor: los comentarios que hacen de la actuación de otras personas, qué opinan acerca de las cosas que suceden. (Por ejemplo: “¡Esto que ha hecho tal persona está muy mal hecho!”). No somos conscientes de cuántas veces opinamos algo a lo largo del día: cuando hablamos de cosas que han pasado (al vecino, al compañero de trabajo, al familiar) o las noticias, las cosas que dice la gente por televisión, etc. Los niños toman buena nota de nuestras opiniones.
·         También con la actitud: debemos ser conscientes de que los niños copian todo lo que hacen los adultos, les imitan. Por ejemplo, un padre que va diciendo que el tabaco es malo mientras va fumando: el niño captará esta “doble moral”, de transgresión de las normas. Es muy importante tomar conciencia de qué hacemos y cómo lo hacemos ante los niños, no sólo de lo que decimos.
·         La observación y la imitación: También hay que tener en cuenta, que el niño no domina bien el lenguaje verbal hasta los 3 o 4 años, así pues, la observación y la imitación serán la principal manera de aprender de los niños en edades tempranas.
·         La comparación: “eres igual que tu abuelo Juan”. El niño, toma buena nota de estos comentarios e intentará averiguar todo lo que pueda del abuelo Juan. Si el abuelo es una figura cercana y positiva, todo va bien. Pero muchas veces, el abuelo ya no está y el niño se formará una idea de cómo era esta persona a través de nuestros comentarios. Y también es frecuente este tipo de comentario para mencionar alguna actitud negativa. Por ejemplo: “eres igual de despistado que tu abuelo Juan”. El niño recibe, por un lado, “soy despistado”, y, por otro, mucho más peligroso, “soy igual que él, así que le tengo que copiar”. Hay que tener mucho cuidado con este tipo de comentarios, que son muy perjudiciales para el niño y además tienen mucha más potencia de lo que creemos.
·         Influencia de otros adultos: aunque los padres ejercen una gran influencia en nosotros, a lo largo de nuestro crecimiento tenemos otros referentes: abuelos, hermanos, tíos, primos, canguros, maestros, amigos… Cuanto más desestructurada es una familia, más tenderá el niño a fijarse en otros referentes, a tomar ejemplo de otras personas que no sean los padres. Llega un momento en el que el niño es capaz de darse cuenta de que aquello que ve y vive no es normal. Pero, aunque tengamos una familia “normal”, también nos fijamos en otras personas a lo largo de nuestro crecimiento. Todos recordamos a “aquel maestro” que nos hizo pensar diferente.
·         La propia personalidad: También conviene tener en cuenta el carácter de cada persona, la huella personal de cada uno, que influirá en la manera de aplicar lo que recibimos. Es lo que se llama “personalidad básica”.
·         Revisión de valores: Sobretodo, a partir de la adolescencia, “revisamos” todo lo que hemos aprendido, de unos y de otros, y vamos formando nuestros propios valores. Algunas cosas que nos han enseñado los padres nos sirven y otras las rechazamos.



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