Los 8 pasos para solucionar un problema


En nuestra vida cotidiana, encontramos continuamente problemas a resolver, decisiones a tomar, que van de lo más simple, como “tengo hambre, ¿qué puedo comer?” a lo más complejo: “¿acepto este puesto de trabajo en otro país?”. Sea cual sea el problema a resolver, nuestra mente sigue siempre el mismo patrón, los mismos pasos, y también, según cuál sea nuestro patrón de personalidad, tenderemos a quedarnos “estancados” en la misma fase de resolución.

Inquietud: Todo empieza con un malestar, una inquietud, que rompe nuestra armonía, nuestro equilibrio. Puede ser en forma de sensación física, o de auténtico malestar que nos impide descansar, etc.

Identificación: Darnos cuenta de qué nos pasa, consiste en identificar nuestra necesidad y los sentimientos y sensaciones que la acompañan. Esta fase tiene dos niveles: darse cuenta, y tomar conciencia. Para entender la diferencia, pondré un ejemplo: todos sabemos que el tabaco es malo. Nos hemos dado cuenta. Pero hasta que no seamos conscientes del daño que nos produce, de que tosemos por las mañanas y nos cuesta subir una escalera, no tomaremos conciencia del daño real que nos ocasiona. Y será solamente cuando tomemos verdadera consciencia, cuando nos propondremos dejar el tabaco. No antes.

Búsqueda de soluciones: Muchas veces nos quedamos estancados porque la solución planteada no es factible. Y hemos descartado otras opciones que, con algunas correcciones, podrían ser válidas. Otras veces, nos quedamos con una o dos opciones, y no vemos que podría haber otras... Abrir nuestra mente, escuchar opiniones diversas, nos puede ayudar a encontrar una salida que no veíamos.

Energía: Para enfrentarnos a un problema o a una decisión, es necesario un grado de energía. A veces, simplemente nuestro enfado puede funcionar como un motor, como un revulsivo que nos dé el impulso necesario.

Contacto: El enfrentarse al problema, cuando tenemos la solución, la energía, los medios a nuestro alcance, a veces se demora debido a nuestros miedos. Vencer los miedos y dar ese único paso que nos falta para alcanzar nuestra meta, es el reto que nos separa de conseguirlo.

Recompensa: Debemos saber disfrutar de nuestros logros. Hay muchas personas que no se felicitan por lo que han conseguido. Tan importante es conseguir un reto como saber valorarnos por ello.

Retirada y relajación: Una vez conseguido un reto, un hábito, o una vez tomada una decisión, también es importante saber desconectar. Se creará entonces lo que llamamos un “vacío fértil”, que es el campo de cultivo para crear un nuevo reto. Si no desconectamos de los problemas una vez resueltos, se crea una ansiedad y una pérdida innecesaria de la energía que nos impedirá seguir avanzando.




NOTA: Si te ha gustado este artículo, compártelo con tus amigos y deja tus comentarios.

No hay comentarios :

Publicar un comentario

Entradas populares