En nuestra vida
cotidiana, encontramos continuamente problemas a resolver, decisiones a tomar,
que van de lo más simple, como “tengo hambre, ¿qué puedo comer?” a lo más
complejo: “¿acepto este puesto de trabajo en otro país?”. Sea cual sea el
problema a resolver, nuestra mente sigue siempre el mismo patrón, los mismos
pasos, y también, según cuál sea nuestro patrón de personalidad, tenderemos a
quedarnos “estancados” en la misma fase de resolución.
Inquietud: Todo empieza
con un malestar, una inquietud, que rompe nuestra armonía, nuestro equilibrio.
Puede ser en forma de sensación física, o de auténtico malestar que nos impide
descansar, etc.
Identificación:
Darnos cuenta de qué nos pasa, consiste en identificar nuestra necesidad y
los sentimientos y sensaciones que la acompañan. Esta fase tiene dos niveles: darse
cuenta, y tomar conciencia. Para entender la diferencia, pondré un ejemplo:
todos sabemos que el tabaco es malo. Nos hemos dado cuenta. Pero hasta que no
seamos conscientes del daño que nos produce, de que tosemos por las mañanas y
nos cuesta subir una escalera, no tomaremos conciencia del daño real que nos
ocasiona. Y será solamente cuando tomemos verdadera consciencia, cuando nos
propondremos dejar el tabaco. No antes.
Búsqueda de
soluciones: Muchas veces nos quedamos estancados porque la solución
planteada no es factible. Y hemos descartado otras opciones que, con algunas
correcciones, podrían ser válidas. Otras veces, nos quedamos con una o dos
opciones, y no vemos que podría haber otras... Abrir nuestra mente, escuchar
opiniones diversas, nos puede ayudar a encontrar una salida que no veíamos.
Energía: Para
enfrentarnos a un problema o a una decisión, es necesario un grado de energía.
A veces, simplemente nuestro enfado puede funcionar como un motor, como un
revulsivo que nos dé el impulso necesario.
Contacto: El enfrentarse
al problema, cuando tenemos la solución, la energía, los medios a nuestro
alcance, a veces se demora debido a nuestros miedos. Vencer los miedos y dar
ese único paso que nos falta para alcanzar nuestra meta, es el reto que nos
separa de conseguirlo.
Recompensa: Debemos saber
disfrutar de nuestros logros. Hay muchas personas que no se felicitan por lo
que han conseguido. Tan importante es conseguir un reto como saber valorarnos
por ello.
Retirada y
relajación: Una vez conseguido un reto, un hábito, o una vez tomada
una decisión, también es importante saber desconectar. Se creará entonces lo
que llamamos un “vacío fértil”, que es el campo de cultivo para crear un nuevo
reto. Si no desconectamos de los problemas una vez resueltos, se crea una
ansiedad y una pérdida innecesaria de la energía que nos impedirá seguir
avanzando.
NOTA: Si te ha gustado este artículo, compártelo con tus amigos y deja tus comentarios.
No hay comentarios :
Publicar un comentario