La víctima
exigente es un personaje que, con el argumento de que sufrió una situación
difícil en su vida, se cree merecedora de un trato “especial”. Manipula a los
demás y exige atención constante y tratos de favor.
Veamos algunos de los juegos más habituales que
utiliza:
1. Como víctima que es, se cree con menos recursos y
capacidades que las demás personas, pero además, exige que los otros lo tengan
en cuenta y “bailen a su alrededor”.
2. Cree que todo el mundo, tanto las personas que le
rodean como los servicios sociales, médicos, la justicia, etc. tienen la
obligación de ayudarle.
3. Utiliza todo tipo de chantajes emocionales para
hacer sentir culpables a los demás y que “estén por él/ella”.
4. “Me han de perdonar o disculpar”. Los demás le han
de aceptar como es (sea maleducado, exigente, déspota, etc. o bien esté siempre
llamando la atención) porque es una “víctima de sus circunstancias”.
5. “Es vuestra obligación”. Se cree merecedor de
atenciones especiales por parte de todo el mundo. Los demás tienen “la
obligación” de atender sus necesidades y caprichos.
6. “Alboroto”. Si los demás no hacen lo que quiere,
organiza un alboroto: grita, llora, puede llegar a romper cosas, amenazar...
7. “Mira qué me has hecho hacer”. La persona nunca
asume ninguna responsabilidad con respecto a sus actos. Siempre le da la vuelta
para hacer sentir culpables a los demás.
8. “Sí, pero”. Cuando se le hace una sugerencia para
que mejore su situación, pondrá mil y un inconvenientes para no hacerlo. En
realidad, lo que quiere es quejarse y que se lo solucionen.
9. “Nadie me tiene que decir lo que tengo que hacer”.
Se puede indignar ante sugerencia de mejora de su situación. Lo que quiere es
perpetuarla y salirse con la suya.
10. Son los típicos padres y madres que se creen con el
derecho a decidir la vida, pareja, lugar de residencia de los hijos, para
controlarles y seguir manipulándoles.
11. Este tipo de personas a menudo consiguen que todo
el mundo se aparte de ellas. Por más que los que están alrededor se esfuercen
en complacerles, nunca tienen bastante. Sólo se quedan cerca de ellos personas
muy sumisas y abnegadas, o las que no pueden salir del chantaje.
12. Son melodramáticos. Todo lo convierten en un drama
terrible.
13. También es frecuente el cambio de un estado a
otro. Por ejemplo, una persona que actúa desde el “yo no puedo”, cuando no le
hacen caso, se pasa al rol exigente, monta alborotos, se indigna, etc.
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