Y los más mayores, ¿también sufren crisis? (1)



Hacerse mayor, perder capacidades físicas y mentales, ir perdiendo conciencia del propio deterioro y de que el final se acerca, no son tareas fáciles para nadie. Pero ¿cuáles son las cosas que caracterizan esta última etapa?


Para empezar, hay que distinguir entre la tercera y la cuarta edad:

  • La tercera edad sería aquella en que la persona ya no tiene obligaciones laborales, se jubila, pero está activa y con ganas de hacer muchas cosas. La vida de las personas se ha alargado mucho y nos hacemos mayores con más salud y fortaleza. Esto nos permite llevar una vida plena y activa.
  • La cuarta edad sería aquella en que la persona, por sus condiciones físicas, empieza a depender de otros y se vuelve mucho más sedentaria.



¿Cuáles son, entonces, los principales problemas con que se encuentran las personas mayores activas?

  • Fin de la vida laboral: Nuestros abuelos tenían los roles muy delimitados: el hombre centraba su vida en el trabajo. La mujer, en la casa y el cuidado de la familia. Apenas existía cultura del ocio, más allá de las reuniones familiares o ir al bar. Esto hacía que, cuando se jubilaban, sobre todo los hombres, cayeran en depresión y sintieran que su vida ya no tenía sentido.
  • La cultura del ocio: Cantar, tocar instrumentos, manualidades y expresión artística, esoterismo, grupos de ayuda mutua, talleres de escritura, de lectura, grupos excursionistas, etc., son actividades que hoy en día forman parte de nuestra vida cotidiana. Pero la cultura del ocio nace en los años 60. Poco a poco está cambiando el perfil de los jubilados, están llegando a mayores las personas que ya están acostumbradas a hacer otras actividades aparte de trabajar. Esto facilita mucho la adaptación a esta nueva etapa, y que se comience a vivir la tercera edad como «unas vacaciones pagadas» y no como el final de todo.
  • Pérdida del poder y el estatus: Hasta hace unos años, sobre todo en el ámbito rural, las familias vivían juntas, abuelos, hijos y nietos. Esto fomentaba la transmisión de las tradiciones y también se respetaba una jerarquía, en la que el más mayor era el que mandaba. A los abuelos se les trataba de usted y tenían la última palabra en las decisiones. De esta situación se ha pasado a casi ignorar su opinión, incluso a tomar decisiones por ellos, sin tener en cuenta qué quieren ellos. Han pasado de ser los patriarcas a estorbar.
  • Menosprecio social por lo viejo: Estamos inmersos en una sociedad que sobre-valora la tecnología, lo nuevo, lo más rápido y a las personas se las valora mucho por su productividad, velocidad, adaptación a lo nuevo… esto se hace extensivo a las personas: se tiende a «sacarlas de en medio», pagamos a un cuidador para que les acompañe de paseo, porque van demasiado lentos y no tenemos tiempo para «perder» con ellos.




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