HAY UN ADOLESCENTE EN CASA. ¿Soy el peor padre/madre del mundo?




Nadie nos enseña a ser padres. Lo vamos aprendiendo «sobre la marcha». El padre y la madre, también son personas, con sus propias virtudes y carencias. Los padres también tenemos derecho a equivocarnos. Es importante recordarlo y, sobre todo, perdonarnos por nuestros errores.

  • A menudo tenemos la sensación de haber fracasado como padres cuando los hijos se rebelan contra todo y parece que han olvidado la educación y los buenos modales. Hablar con otros padres nos hará darnos cuenta de que no somos los únicos a los que les pasa.
  • Debajo de esta rebelión hay una necesidad de distancia: el adolescente necesita distanciarse emocionalmente de los padres para poder encontrar su propia identidad, reafirmar su personalidad. Que «pase de nosotros» no quiere decir que no nos quiera.
  • Pero también hay una profunda angustia que debe tenerse en cuenta. Aunque parezca que les estorbamos, en realidad necesitan más que nunca nuestro afecto y apoyo, necesitan saber que «estamos ahí», de forma incondicional. Pensemos que, a menudo, no saben quien son. Estan buscando modelos y referentes, y, sobre todo, se están buscando a sí mismos.
  • A menudo se hace difícil mostrarles nuestro afecto, cuando parece que no nos obedecen en nada y que están tirando su vida y su futuro por la borda. Aunque a veces reneguemos de ellos y estemos hartos, continuamos siendo buenos padres.
  • Esta costumbre de los mayores de darles consejos, de forma insistente, es una de las cosas que más les molesta. Tal vez nada más haga falta recordarles que «apliquen el sentido común» o que «ya son lo bastante mayores como para saber qué han de hacer y qué no».
  • Si hemos sentado unas buenas bases durante la infancia, les hemos transmitido valores, hemos dialogado con ellos, etc., hemos de confiar en que todo eso «está ahí», aunque no lo parezca. Confiemos un poco más en ellos, y también en nuestro trabajo realizado.
  • Una de las cosas más difíciles para los padres es encontrar el equilibrio entre libertad y autoridad, dónde está el límite entre qué he de permitir y qué no: En resumen, cuándo me paso o cuándo me quedo corto. Cada persona tiene su estilo educativo, más rígido o más flexible. Pensemos en cómo nos educaron a nosotros, y que, a pesar de los errores de nuestros padres, seguro que no hemos salido tan mal.
Hace años, una psicóloga especializada en adolescentes, me dijo que había dos pautas generales:



  • La primera, no pretendamos ganar todas las batallas, mejor ganemos la guerra. Marquemos unos mínimos: unas obligaciones indiscutibles, una hora de llegada, pero no queramos tener «hijos modélicos».
  • La segunda, es mejor negociar que imponer. Por ejemplo, cómprate esta ropa (que a mi no me gusta) pero ve limpio. Ve a esa fiesta, pero ven a dormir a una hora prudente y mañana llega a clase a tu hora.



NOTA: Si te ha gustado este artículo, compártelo con tus amigos y deja tus comentarios.

No hay comentarios :

Publicar un comentario

Entradas populares