Las diferentes soledades



  1. ¿Soledad es no tener pareja? A menudo escucho la expresión “estar solo” como sinónimo de no tener pareja: “¿Y tú, estás solo?” (¿Tu no tienes pareja?). El hecho de tener pareja o no, es una opción, no una obligación. Casarse a los 22 está mal visto. No tener pareja a los 35, también. La sociedad nos marca las pautas de cómo y cuándo “hay que tener pareja”. En todo caso, hay que ser fiel a nuestra propia opción y no dejarse influir por la presión social. 
     
  2. Si vivo solo, ¿me sentiré solo? La soledad no es un estado, no se trata del número de gente que tenemos alrededor, sino de un sentimiento: nos sentimos solos o acompañados, en función de nuestro sentimiento con nosotros mismos y con las personas que queremos. Una person apuede vivir sola, en un lugar poco habitado y sentirse amada y conectada con aquellos que son importantes para ella. 
     
  3. Si estoy con alguien, ¿no me sentiré solo? A menudo, en terapia, he oído una historia similar, en personas que han roto o están a punto de romper con la pareja: “nunca me había sentido tan solo como estando al lado de mi pareja y sintiendo el vacío o el abismo entre los dos”. Cuando entre dos personas se rompe la comunicación, el lazo afectivo, el vacío es muy grande, la sensación de soledad puede ser muy grande. Esto es debido a que esperamos del otro lo que no encontramos. 
     
  4. Te echo de menos. Una de las sensaciones más fuertes que tenemos de soledad se da cuando echamos de menos a alguien. El vacío que deja una persona cuando se va, sea de forma temporal o definitiva, nos provoca una fuerte sensación de soledad. Con el tiempo, nos iremos acostumbrando a la ausencia de esta persona e iremos llenando el vacío con actividades diversas o con la compañía de otras personas. 
     
  5. Los demás me dejan de lado. Hay personas que siempre se sienten solas. Y esto puede tener que ver con la idea de que los demás han de llenar nuestro vacío, nuestro tiempo, nuestros sentimientos de soledad y tristeza. Hay personas que se pasan la vida “echando en cara” a los demás que no les llaman suficientemente, o que no les visitan con suficiente frecuencia. El problema no es de los que “no llaman” sino de la idea equivocada de que los demás están en este mundo para llenar nuestros vacíos y cubrir nuestras necesidades. Si tenemos a menudo la sensación de que “los demás no me llaman”, o “todo el mundo me deja de lado”, deberemos plantearnos si no estamos esperando demasiado de los demás, si nos estamos despreocupando de nosotros mismos. 
     
  6. ¿Qué necesitamos y qué estamos haciendo para conseguirlo? Por ejemplo, ¿nosotros ya llamamos? ¿qué estamos haciendo para estar con los demás? ¿nos movemos? ¿o simplemente, esperamos sentados a que sean los demás los que vengan? ¿en qué ocupamos nuestro tiempo? ¿tenemos demasiado tiempo desocupado y esperamo a que los demás lo llenen? Quizás esperamos demasiado de los otros y hacemos poco por nosotros mismos.


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