La manipulación a través del mal genio


Si bien la rabia es un sentimiento básico y es bueno expresarla de manera proporcionada cuando hace falta, hay otro uso muy poco sano de la rabia: es lo que llamamos «juegos de poder».

¿Cómo nos manipulan con la rabia?

Hay personas que, para conseguir lo que quieren de los demás, les intimidan, con gritos, insultos, amenazas, etc. Hay personas que lo hacen de forma habitual, sea cual sea la situación y el lugar: necesitan tener el poder sobre la otra persona. Estas personas, piensan que tienen «el derecho» a hacerlo, que lo hacen para obtener justicia, para «ayudar» al otro a cambiar, etc. Justifican su forma de actuar como algo que es necesario.

¿Por qué hay personas que se dejan manipular?

A menudo vemos parejas en las cuales una persona domina a la otra, le condiciona, simplemente con un tono de voz más alto, o una mala mirada. Y nos planteamos cómo es que esta persona «se deja» manipular de esta forma. Seguramente es una respuesta automática, no razonada, que responde a una programación interna que tiene la persona. Se acostumbró de pequeño a obedecer para evitar las malas caras, o las amenazas o los gritos… Y lo sigue haciendo, sin darse cuenta, o sin saber qué hacer para evitarlo.

¿Cómo se programa a una persona para ceder a la manipulación?
Hay personas que son más sensibles a las reacciones de rabia de los demás. Esto depende de la historia personal de cada cual. Si a una persona, de pequeña, le han enseñado a razonar, será menos vulnerable, que otra con la cual utilizaban las amenazas, castigos, gritos, etc. Hay padres y madres que utilizan sistemáticamente el castigo, los gritos, incluso los insultos, para, supuestamente, educar a sus hijos. Estos niños y niñas, crecen con el miedo y quedan condicionados frente a la rabia de los demás. Incluso una mala cara de otra persona, les condiciona en sus decisiones.

¿Tenemos que tener siempre la razón?

¿Qué pasa cuando estamos «al otro lado» en la pareja, cuando somos los dominadores? ¿Los amigos deben ir siempre donde nosotros queremos, y si no, les hacemos malas caras? ¿Conseguimos lo que queremos a base de manifestar enfado? ¿Vamos por el mundo poniendo malas caras a todo el mundo? ¿Y con esta actitud conseguimos que los demás hagan lo que queremos? Si las respuestas a todo esto son positivas, estamos manipulando a los demás con la rabia. Probablemente nos rodearemos de personas a las que podamos dominar, y nos apartaremos de aquellas a las que no podemos.

Reconocer esto es duro, pero es un primer paso para el cambio, si queremos ser personas más sanas y más justas. Las relaciones humanas deben basarse en el respeto hacia el otro, hacia sus decisiones, pensamientos, creencias, etc. Y esto implica aceptar la diferencia y reconocer los derechos del otro. No podemos pretender salirnos siempre con la nuestra a cualquier precio.



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