¡Vivamos la alegría!


La alegría es un sentimiento positivo asociado a la felicidad, el placer, la satisfacción, etc.

  • Cuando pensamos en alegría, pensamos en risa, en jugar, en bailar…
  • Pensamos en movimiento y expresión.
  • Pensamos en niños. Los niños tienen la capacidad de reir por cualquier cosa, de convertir en un juego la actividad más insignificante y disfrutar de cualquier momento.

Pero ¿por qué los adultos no tenemos esta capacidad?

De hecho, tendríamos que ser capaces de expresar todos los sentimientos libremente: llorar cuando toca llorar, enfadarse cuando toca estar enfadado, etc.

Pero hay muchas personas adultas para las cuales el sentimiento principal es la rabia, o la tristeza, o el miedo:
  • Van por el mundo con mala cara, con expresión de rabia, enfadándose por todo y con todo el mundo, quejándose de todo, protestando a cada momento.
  • O bien, con una actitud pesimista, de decaimiento.
  • O con el miedo hacia todo.

¿Por qué no ir por el mundo de manera alegre, riendo de todo, relativizando los pequeños contratiempos de la vida?

Muchas veces esto es debido a lo que llamamos “sentimientos parásitos”.
La persona transforma todas las emociones en una sola, que domina su vida.
Es muy típico encontrar a personas que ante una situación que por lógica suscitaría tristeza, sienten rabia, transforman en enfado una situación dolorosa.
O bien, las personas que sienten miedo cuando tendrían que sentir rabia, ante una agresión o una injusticia, se hacen “pequeñas” y no reaccionan, se quedan atrapadas en el miedo.
Podríamos poner muchos otros ejemplos de sentimientos parásitos.

  • La libre expresión de los sentimientos tiene que ver con lo que vivimos de pequeños.
  • Nuestra familia de origen es la que nos ha servido de guía de cómo tenemos que actuar, incluso de cómo debemos sentirnos.
  • Hay familias en las que está prohibido enfadarse. No se permite la expresión de la rabia, es “de mala educación”.
  • En otras, la consigna es no manifestar la tristeza, está mal visto, incluso se ridiculiza a la persona que llora.
  • En otras, es el miedo el que se reprime.
  • Y también hay familias “serias”. Todos los adultos van por el mundo con cara seria, no se ríen por los chistes, incluso hay familias que no hacen fiestas ni celebraciones, o, si las hacen, son desde una actitud muy “intelectualizada”, se hacen las fiestas de una forma muy comedida y seria.

Estos patrones de conducta pueden haber influído en cómo somos nosotros y cómo vivimos nuestra alegría. Pero nuestra infancia ya pasó… Parémonos a pensar cómo actuaba nuestra familia respecto a la manifestación de los sentimientos, y cómo actuamos nosotros. Y pensemos si es la manera que realmente queremos o por el contrario queremos darnos permiso para sentir y expresar un sentimiento determinado.

Por úlitmo, quiero recordar una vez más, que no se trata sólo de reirse por todo, se trata de poder disponer de nuestros sentimientos, de todos ellos, para “utilizarlos” en las diferentes ocasiones.



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Pilar Morey Bulbena
Telf.: 605 52 52 81


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