El amor, las relaciones, no son lineales: Desde que dos personas se conocen hasta que llevan 20 años juntas, hay diferentes etapas y niveles de proximidad.
Si tuviéramos esto en cuenta, nos ahorraríamos muchas crisis, que en realidad no lo son: “ya no me quieres como antes”, “has cambiado”… ¡Pues sí! Es normal que la intensidad y la forma de la relación vaya cambiando.
1ª etapa: Enamoramiento. Para enamorarse hay que romper los propios límites para “fusionarse” con el otro. Dura unos pocos meses.
- Durante esta etapa se dejan un poco de lado los propios gustos y preferencias.
- Lo más importante es el contacto con la otra persona.
- Intentamos dar la mejor imagen de nosotros mismos y ponemos afán en buscar los puntos en común con la otra persona.
- Parece que seamos “almas gemelas”, nos gusta lo mismo, nos ponemos de acuerdo en todo… Es una etapa muy dulce, sin complicaciones, en la que todo fluye.
- Nos aporta una gran cantidad de endorfinas (hormona de la felicidad) y nos sentimos felices, rebosantes de enregía y positivismo. Hay la sensación de estar “flotando en una nube”.
- También afecta positivamente a nuestra autoestima, al sentirnos valorados y admirados por la otra persona.
A todo el mundo le gustaría quedarse eternamente en esta etapa, pero si fuese así no podríamos funcionar como individuos, no tendríamos disponibles nuestras capacidades al 100%.
Nuestra energía está centrada en la relación y en el otro. Tampoco vemos al otro de forma objetiva, se realzan las semejanzas y se minimizan las diferencias y los defectos.
2ª etapa: Fase simbiótica. Se caracteriza por una dependencia mutua. Inevitablemente, debe evolucionar para que la relación madure.
- Los planes se hacen contando con el otro, pensando en el otro.
- Nos adaptamos a la vida y necesidades de la pareja.
- Si esta etapa dura demasiado, la relación no progresa y las dos personas no pueden hacer nada sin el otro.
- Es necesario, en algún momento, empezar a diferenciarse.
- Puede haber una lucha de “ni contigo ni sin ti”.
- Puede ser que uno de los dos sea más dependiente que el otro y entonces sufren los dos, uno por sentirse “abandonado” y el otro por sentirse “atado”.
En el próximo artículo seguiremos avanzando en esta necesaria evolución de la pareja.
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