La vergüenza



La vergüenza es un sentimiento desagradable, de inadecuación, que actúa como respuesta a una norma que hemos transgredido. Acostumbra a ir acompañada del miedo a ser rechazado o abandonado.

La norma transgredida puede ser justa o injusta, real o imaginaria.


La vergüenza es el orígen de muchas dificultades personales. Pero, ¿cómo actúa?
  • Nos avisa de que hemos transgredido una norma y de que tendremos que cambiar algo de nuestro comportamiento.
  • Pero también nos puede hacer sentir muy mal.
  • Disminuye nuestra autoestima y nos hace sentir indignos.
  • Hay sensaciones de vergüenza que bloquean literalmente a la persona.
  • Cuando sentimos vergüenza, tenemos la sensación de que todo el mundo nos mira de forma desaprobadora y que todo el mundo adivina aquello que hemos hecho mal, como si pudiesen leer nuestro pensamiento.
  • Cuando sentimos vergüenza, acostumbramos a ver a los demás más grandes, más formales, más serios… como si todo el mundo tuviera un código moral mejor que el nuestro.

¿Todo el mundo siente la misma vergüenza?

La sensación de ser “inadecuados” en la mayor parte de situaciones puede ser debido a una personalidad tímida. Hay personas que tienen más tendencia a sentir vergüenza en la mayor parte de las situaciones sociales, y hay otras que sólo la sienten cuando han hecho alguna cosa realmente “grave”.

Nadie en el mundo cumple todas las normas siempre. También hay veces en que dos normas entran en conflicto y tendremos que elegir una de ellas y transgredir la otra.


¿Qué podemos hacer cuando sentimos vergüenza en una situación determinada?

  • Primeramente, evaluemos la norma que hemos transgredido. ¿De quién es esta norma? ¿quién nos la inculcó?
  • ¿Es real o imaginaria? (es decir, ¿me estoy imaginando a mi padre o madre, o abuela… señalándome con el dedo de forma acusadora?)
  • Una vez hayamos identificado la norma y la persona que nos la inculcó (real o presuntamente), preguntémonos si es una norma justa y si la queremos para nosotros o no.
  • Si no la queremos, es importante tomar consciencia y decidir que en el futuro no dejaremos que esta norma nos apabulle.
  • Pensemos si querríamos que alguien cercano a quien queremos mucho sintiera vergüenza por esta misma norma. Si no lo querríamos para los demás, tampoco nos lo deberíamos aplicar a nosotros mismos.

Hay un sueño típico que todos hemos tenido alguna vez (de los que denominamos “sueños colectivos”) que consiste en vernos desnudos paseando en público. Todo el mundo nos mira y nos sentimos absolutamente avergonzados. Es el famoso cuento en el que le hacen un vestido imaginario al rey, que en realidad no existe, y el rey se pasea desnudo por la calle, muy ufano de su “vestido”, hasta que un niño exclama en voz alta: “El rey va desnudo”. Entonces todo el mundo empieza a reírse del rey y él, que hasta ahora estaba muy orgulloso de su “vestido”, de golpe siente una fuerte sensación de vergüenza.

Éste es el típico ejemplo de transgresión de una norma (no hay que salir desnudo a la calle) y de cómo es la acusación de los demás lo que nos hace sentir la vergüenza (hasta que el niño lo verbaliza, el rey no sentía vergüenza).

Replanteémonos entonces, el origen de nuestra vergüenza, y analicémosla. Podemos elegir dejar de sentir vergüenza si pensamos que se trata de una norma injusta.



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Pilar Morey Bulbena
Telf.: 605 52 52 81

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