Por qué nos cuesta tanto decidir


La mayor parte de los problemas que tenemos se reducen a decisiones que nos cuesta tomar:
Blanco o negro, sí o no, dar un paso, decir algo, marcharse o quedarse…
Si la solución parece tan fácil, ¿por qué no lo hacemos? ¿Por qué esperamos mil años a resolverlo poniéndonos excusas, demorando, engañándonos a nosotros mismos con la idea de que «ya se arreglará solo», de que «tampoco es tan grave», «es una crisis pasajera», etc?

Hay dos factores que nos detienen en la toma de decisiones:

Las dudas
  • Si estamos tomando la decisión correcta.
  • Si no nos estamos precipitando, si nos equivocamos…
  • Antes de tomar una decisión importante, seguro que le hemos dado mil vueltas y hemos llegado mil veces a la misma conclusión.
  • Lo hemos explicado a los amigos, a la família, a todo el mundo que nos quiera escuchar, y todos nos han dicho cual era la solución correcta. Y todo y con eso, seguimos dudando…
Hay personas que, por su tipo de personalidad, dudan siempre de todo, sistemáticamente. Les cuesta incluso elegir un fuet en el supermercado o unos zapatos. Pasan un buen rato con dos pares de zapatos en la mano, los dejan, se van, vuelven, se los vuelven a probar y finalmente cogen unos, y al día siguiente vuelven a la tienda a cambiarlos por los otros, pensando que «aquellos» eran los mejores. Y se llevarán los otros, y seguirán dudando hasta que los tiren de viejos, de si eligieron los correctos.

Hay una fantasía recurrente que les engaña: la de creer que hay una decisión correcta y una equivocada. Probablemente les criticaron con dureza cuando eran pequeños, les exigieron mucho, tenían que ser «perfectos». Esta creencia es un engaño. Todo, absolutamente todo, tiene pros y contras. Y hay que decidirse. La vida está llena de decisiones, desde la más sencilla hasta la más complicada. Esto que elegimos tiene ventajas e inconvenientes. Y aquello que decidimos, también.
Pero tenemos que elegir constantemente para poder avanzar.
Y tenemos que renunciar. Elegir comporta renunciar, despedirse, dejar cosas y personas atrás. Es necesario elegir para poder avanzar.

El miedo
Más allá del miedo a equivocarse, hay el miedo a hacer un paso importante. El miedo a lanzarse al vacío. Querríamos tener un papel con la garantía de que todo saldrá bien.
Pero no lo tenemos. Y seguro que saldremos adelante, pero el miedo nos paraliza.
  • El miedo a qué pensarán los demás.
  • El miedo a no ser aceptados.
  • A que las personas que son importantes para nosotros no nos apoyen.
  • El miedo a quedarnos solos.
  • El miedo a sufrir.
  • A perder a alguien por el camino.
  • A salir de nuestra «zona de confort»



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