¿Estoy criando bien a mis hijos?


A menudo me encuentro en la consulta con personas que tienen hijos e hijas pequeños. Las quejas son reiteradas en muchos sentidos: falta de tiempo para uno mismo, falta de tiempo y energía para dedicar a la pareja, conflictos de pareja a consecuencia de los hijos… y, sobre todo, la incomprensión que reciben de su alrededor respecto a sus quejas.

Es indiscutible que la mater-paternidad es una de las experiencias más bonitas y enriquecedoras de nuestra vida. Pero sólo los que lo están viviendo, día a día, saben hasta qué punto te canvia la vida el hecho de tener un hijo.

Todo el mundo sabe más que los propios padres, de criar a los niños. Especialmente la gente que no tiene: estos son los más expertos. Ellos no lo harían de ninguna manera tan mal como lo haces tú. Es que no sabes: ellos, cuando tengan uno, no le malcriarán, le llevarán a todas partes y su niño se estará quieto y sentado y no molestará a nadie, no como el tuyo, que no lo sabes educar.

Por otro lado, está muy mal visto quejarse de los hijos: ¡son tan monos!
Si te quejas, te dirán: «no haberlos tenido», «qué te pensabas», «Oh, claro, esto se te ha acabado» (y lo otro, y lo de más allá…)

Los abuelos, y sobre todo las abuelas, generalmente no recuerdan los detalles de cuando tenían hijos pequeños.
  • Probablemente la abuela era ama de casa y no hacía nada más.
  • No tenía estudios, no aspiraba a volver a trabajar fuera de casa.
  • No tenía ninguna afición que no fuera la calceta.
  • Sólo se dedicaba a la casa, a los hijos y al marido. Y, claro, recuerda que ella sola crió a 2, 3 o 4… y que iban limpios, eran muy educados y la casa siempre estaba reluciente.
  • ¿Cómo puede ser que las jóvenes de ahora se quejen tanto y tengan la casa tan sucia?
Para empezar, las mujeres de ahora, probablemente trabajan fuera de casa, sea a tiempo completo o parcial, y tienen que compaginar esto con el trabajo de la casa y el cuidado de los niños.

Cada vez hay más hombres mentalizados de que todo esto es trabajo de dos, però aún los hay que no lo están: colaboran de forma puntual en alguna tarea y «ya han cumplido».

Por otro lado, nuestra generación se crió dentro de un parque de madera o de plástico. No se cogía a los niños en brazos (porque «se malcriaban»). Los abuelos siguen repitiendo la cantinela de «no le cojas que le malcrías».

Los padres de ahora se preocupan de que el niño se socialice, hay que sacarle a que le dé el sol cada día por el tema de las vitaminas, hay que estimularles, hacerles masajes, llevarles a piscina, jugar con ellos, llevarles unas horas a la guardería, pero no demasiado, porque si no parece que les abandonas… Me paso la vida viendo a madres y padres agotados, que no comen ni descansan lo suficiente con tal de pasar más tiempo con el niño o niña.
  • La abuela dice que no le coja, que se malcría.
  • Los psicólogos dicen que no le deje llorar, que se traumatiza.
  • La educadora de la guardería dice que le sobreprotejo.
  • Me paso el día en el pediatra: siempre está con mocos, eso es porque no le cuido bien.
  • Aquella revista del otro día decía que es importantísimo pasar tiempo con ellos y estimularles.
  • Y los amigos que no tienen hijos, dicen que no soy la misma desde que tuve al niño… que cómo he cambiado. Que no me preocupe tanto, que también crecen sin estarles tanto encima…
Y los padres están desbordados, agotados, no tienen un minuto para ellos y menos aún para la pareja, además siempre piensan que lo hacen mal, hagan lo que hagan. Y se sienten culpables, muy culpables, de quejarse. Después de todo, la mater-paternidad es lo mejor de la vida… ¿o no?


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